Celco, otra vez...................
Lo que empieza mal, siempre termina mal, porque lo que parece ser un estilo determinista de ver y hacer las cosas, resulta que a la larga se convierte en algo fatalista y fatal.
El pasado 14 de diciembre personal de la empresa Inspecciones Técnicas y Control de Calidad Limitada (ITC Ltda.) realizaba faenas propias de su especialidad a eso de las 21:30 hrs. en la Planta Nueva Aldea de Celco, dejando abandonada sobre uno de los andamios inspeccionados una cápsula que contenía Iridio 192, un material altamente radioactivo.
A la mañana siguiente, Miguel Ángel Fuentes Oyarce, obrero de 26 años de una empresa contratista de la celulosa, acompañado por Francisco Rojas, Renato Hinostroza y Juan Carlos Rozas, encontró la cápsula y se la guardó en el bolsillo trasero izquierdo de su pantalón; caminaron juntos algunos minutos hasta que un profesional constató que su medidor de radioactividad se activaba y le dio aviso a los afectados, quienes huyeron de la Planta. En las afueras, un funcionario de seguridad tomó la cápsula y la arrojó dentro de una tubería. Al poco rato, Miguel Ángel evidenció fuertes dolores y luego graves quemaduras tanto en su glúteo derecho como en su mano izquierda, siendo enviado a la Mutual de Seguridad local y luego trasladado a Santiago.
En la investigación se verificó que la persona que operaba el equipo para tomar radiografías de las estructuras no tenía permiso para operarlo y que la manera de manipular la cápsula radioactiva demostró negligencia y despreocupación por los efectos que ello podía ocasionar.
¿La solución de ITC Ltda.? Despedir al operador del equipo, el cual fue obligado a ocuparlo y a trabajar 12 horas diarias por un sueldo de $ 150.000, sin gratificación ni horas extraordinarias. El problema es que Francisco Rojas Núñez, que así se llama el operador no autorizado, presenta una severa quemadura por radiación en el empeine de su pie derecho, como consecuencia de la manipulación de la cápsula.
Mientras tanto, Fuentes Oyarce permanece a miles de kilómetros, en Francia, en el Hospital Militar Percy, recuperándose de la herida en su glúteo, que consiste en un enorme hoyo, después de tres intervenciones.
Lo anterior es el resultado de un sistema nefasto que propicia una serie de prácticas absolutamente reñidas con la condición de país que se precia de contar con varios Tratados de Libre Comercio, puesto que refleja prácticas laborales deleznables como bajos sueldo; realizar faenas fuera de los horarios habituales bajo presión; operar equipos complejos con personal no calificado; no contar con sistemas de seguridad adecuados - si no, la cápsula no habría terminado dentro de una tubería -; no informar al personal de las actividades riesgosas que se realizan; no establecer en los contratos la obligación de los contratistas a responder de los daños, materiales y humanos, que su actividad causen, entre otras.
Por supuesto, a estas alturas, las responsabilidades son únicamente de Rojas Núñez, despedido, y de Fuentes Oyarce, contaminado con plazo fatal, seguramente.
Y para variar, Celco otra vez en el ojo del huracán.
El pasado 14 de diciembre personal de la empresa Inspecciones Técnicas y Control de Calidad Limitada (ITC Ltda.) realizaba faenas propias de su especialidad a eso de las 21:30 hrs. en la Planta Nueva Aldea de Celco, dejando abandonada sobre uno de los andamios inspeccionados una cápsula que contenía Iridio 192, un material altamente radioactivo.
A la mañana siguiente, Miguel Ángel Fuentes Oyarce, obrero de 26 años de una empresa contratista de la celulosa, acompañado por Francisco Rojas, Renato Hinostroza y Juan Carlos Rozas, encontró la cápsula y se la guardó en el bolsillo trasero izquierdo de su pantalón; caminaron juntos algunos minutos hasta que un profesional constató que su medidor de radioactividad se activaba y le dio aviso a los afectados, quienes huyeron de la Planta. En las afueras, un funcionario de seguridad tomó la cápsula y la arrojó dentro de una tubería. Al poco rato, Miguel Ángel evidenció fuertes dolores y luego graves quemaduras tanto en su glúteo derecho como en su mano izquierda, siendo enviado a la Mutual de Seguridad local y luego trasladado a Santiago.
En la investigación se verificó que la persona que operaba el equipo para tomar radiografías de las estructuras no tenía permiso para operarlo y que la manera de manipular la cápsula radioactiva demostró negligencia y despreocupación por los efectos que ello podía ocasionar.
¿La solución de ITC Ltda.? Despedir al operador del equipo, el cual fue obligado a ocuparlo y a trabajar 12 horas diarias por un sueldo de $ 150.000, sin gratificación ni horas extraordinarias. El problema es que Francisco Rojas Núñez, que así se llama el operador no autorizado, presenta una severa quemadura por radiación en el empeine de su pie derecho, como consecuencia de la manipulación de la cápsula.
Mientras tanto, Fuentes Oyarce permanece a miles de kilómetros, en Francia, en el Hospital Militar Percy, recuperándose de la herida en su glúteo, que consiste en un enorme hoyo, después de tres intervenciones.
Lo anterior es el resultado de un sistema nefasto que propicia una serie de prácticas absolutamente reñidas con la condición de país que se precia de contar con varios Tratados de Libre Comercio, puesto que refleja prácticas laborales deleznables como bajos sueldo; realizar faenas fuera de los horarios habituales bajo presión; operar equipos complejos con personal no calificado; no contar con sistemas de seguridad adecuados - si no, la cápsula no habría terminado dentro de una tubería -; no informar al personal de las actividades riesgosas que se realizan; no establecer en los contratos la obligación de los contratistas a responder de los daños, materiales y humanos, que su actividad causen, entre otras.
Por supuesto, a estas alturas, las responsabilidades son únicamente de Rojas Núñez, despedido, y de Fuentes Oyarce, contaminado con plazo fatal, seguramente.
Y para variar, Celco otra vez en el ojo del huracán.
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