lunes, enero 16, 2006

Finitum est........


Ha sucedido lo que dice el Joaco, en la foto.

Pese a que la pretensión de ganar que tenía la derecha era un absurdo aritmético, las culpas, como siempre, serán del empedrado o del gobierno, que viene a ser lo mismo (de hecho, Piñera, intuyendo la derrota, deslizó, después de los respectivos cierres de campaña, el comentario de que la intervención del gobierno le quitaba legitimidad a la elección [La Segunda, 13/01/2006]); o de los chilenos, que izquierdizan al país, para enojo de los que se creen sus dueños y únicos depositarios de su destino.

Por supuesto, el resultado no es para volverse locos de alegría, pero al menos nos ahorraremos las lágrimas, y mi desopilante e himenótico terror - que sospechaba que lo tenía, pero que no lo conocía completamente desarrollado - podrá comenzar a curarse y lo logrará quizás de manera definitiva si es que, por supuesto, Michelle no se empeña en continuar por la senda de la Concertación de hacer tan mal las cosas y en cuatro años más estemos absolutamente fritos, con terror recidivo, incluido.

Entretanto, mi querida amiga Patricia me reprochará tal vez el regocijo, pero entenderá a la larga, pues así como ella hizo con su voto lo que quiso, yo hice lo mismo con el mío, y así como les teme a los ratones, yo le temo a la derecha, con la misma fuerza y con la misma decisión.

A contar de hoy, no diré nada de Michelle y su gobierno - a diferencia de lo que dije acerca del "otro" - y me comeré callado mis eventuales culpas por esta decisión, sin salpicar a nadie.

Intentaré escribir acerca de otros asuntos, más interesantes que consumirme la vida preocupándome por lo que el tiempo desmoronará en 54 días más y con ello dejaré tranquilo a mi queridísimo amigo Enrique (en realidad es "otro" el que nos dejará tranquilos a ambos)

A Carlitos, mi otro afectuoso amigo, no lo someteré más a la ingente tarea de explicar lo que no tiene sentido (no sé si me explico)

Y como estoy contento, no porque haya ganado Michelle, sino porque otra vez perdió la derecha y así cumplirá pronto 50 años sin ganar una elección democrática, esta canción del Flaco, La canción más hermosa del mundo:


Yo tenía un botón sin ojal, un gusano de seda,
medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda,
una hispano olivetti con caries, un tren con retraso,
un carné del Atleti, una cara de culo de vaso,

un colegio de pago, un compás, una mesa camilla,
una nuez, o bocado de Adán, menos una costilla,
una bici diabética, un cúmulo, un cirro, un strato,
un camello del rey Baltasar, una gata sin gato,

mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy, las damas primero,
mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis tres Mosqueteros,
mi Tintín, mi yo-yo, mi azulete, mi siete de copas,
el zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa.

Mi escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera,
una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera,
no sabía que la primavera duraba un segundo,
yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.

Les presento a mi abuelo bastardo, a mi esposa soltera,
al padrino que me apadrinó en la legión extranjera,
a mi hermano gemelo, patrón de la merca ambulante,
a Simbad el marino que tuvo un sobrino cantante,

al putón de mi prima Carlota y su perro salchicha,
a mi chupa de cota de mallas contra la desdicha,
mariposas que cazan en sueños los niños con granos
cuando sueñan que abrazan a Venus de Milo sin manos.

Me libré de los tontos por ciento, del cuento del bisnes,
dando clases en una academia de cantos de cisne,
con Simón de Cirene hice un tour por el monte Calvario,
¿qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?

Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera,
si me pierdo de vista esperadme en la lista de espera,
heredé una botella de ron de un clochard moribundo,
olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo.

Nunca pude cantar de un tirón
la canción de las babas del mar, del relámpago en vena,
de las lágrimas para llorar cuando valga la pena,
de la página encinta en el vientre de un bloc trotamundos,
de la gota de tinta en el himno de los iracundos.

Yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.


Bueno, yo también lo quise una vez.

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