Olvídense de los perros, ¡¡cuidado con los parlamentarios!!

Ya está pronta a ser promulgada la ley de tenencia de mascotas, después de un año de discusión en la Comisión de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados y de la lectura anticipada de los requisitos y sanciones se establece que los peligrosos en Chile no son los canes, sino quienes legislan

Veamos:

Se establecen doce razas potencialmente peligrosas, de las cuales, para tener en casa un ejemplar será necesario:

1. Tenerlo inscrito y con un carné que permita su crianza, tenencia y traslado.

2. Contratar un seguro por daños a terceros.

3. Trasladarlo con bozal y correa.

4. Tenerlo en un lugar adecuado, que será normado por reglamento.

En caso que uno de estos animales ataque a una persona, las penas, serán, de acuerdo al resultado del ataque:

1. De 1 a 50 UTM, o sea de $ 32.303 a $ 1.615.150;

2. Ataque con resultado de muerte: Cinco años y un día a diez años de cárcel, más multa de 100 UTM, o sea $ 3.230.30;

3. Ataque con resultado de lesiones graves: 541 días a tres años de cárcel, más multa de 50 UTM, o sea, $ 1.615.150;

4. Ataque con resultado de lesiones leves: 61 a 540 días de presidio, más multa de 10 UTM, o sea $ 323.030.

Hasta aquí todo bien, si no fuese porque, al parecer, la ley no se hace cargo de los otros perros que sí son peligrosos, de los que nadie habla, de los que nadie se acuerda y con los cuales todos se hacen los lesos, excepto un grupo vociferante de cincuenta sujetos, como la ONG Pro Animal, que de vez en cuando sale a reclamar por sus derechos y justificar su existencia (de la ONG, no de los animales): los perros vagos.

En Chile, el año pasado más de 14.000 mil personas fueron mordidas por perros vagos. Miles de niños fueron desfigurados para siempre por esta plaga nacional; mujeres, ancianos y hombres debieron soportar la agresión de estos animales que se han tomado plazas, calles y cualquier lugar destinado originalmente para las personas sin que nadie levante un dedo por ellos, ni los defienda ni se haga cargo de las secuelas físicas y psíquicas que dejan esos ataques.

Lo anterior, sin contar con los miles de chilenas y chilenos que le temen a los perros y deben vivir con la zozobra y el temor de transitar por las calles, expuestos a los caprichos de estos animales.

El problema es que ya se ha hecho un hábito - un infame y detestable hábito - el legislar con un carácter y sentido represivo y expoliador, sin apuntar ni resolver los problemas de fondo, porque es claro que la cuenta de la desidia y prevaricación de las autoridades de salud, al final, la pagarán de su bolsillo los ciudadanos que cumplen con sus obligaciones, que pagan sus impuestos, que eligen a sus autoridades para que los protejan, no para que los expolien y encarcelen

Por cada perro con dueño que muerde a una persona, hay cientos que son mordidas por perros vagos ¿quién va a responder en estos casos? Al no tener un amo, ¿habrá que demandar al perro, a las autoridades sanitarias que no cumplen con su obligación, al Estado?

Una vez más, la carreta delante de los bueyes.