La iglesia católica pretende endosarle al Gobierno sus propias faltas.
La iglesia católica ha emitido hoy una declaración en la cual expresa su "profunda decepción" respecto de la decisión del Gobierno de entregar la píldora de levonorgestrel a quienes lo soliciten, incluidas las menores de catorce años, agregando de manera insolente que la determinación "recuerda a políticas públicas fijadas en regímenes totalitarios que pretendían desde el Estado regular la vida íntima de las personas".
Por cierto que para hablar y para comer pescado hay que tener, como dice el adagio, mucho cuidado porque no es el Gobierno ni es el Estado quienes pretenden regular la vida íntima de las personas, ya que a nadie obligan a pedir o a tomar la píldora, sino que es la iglesia católica la que pretende, desde un lugar que no le corresponde, dictar para todo el pueblo de Chile normas que sólo son aplicables a los católicos y eso.............. porque ni siquiera los católicos las acatan.
Sabemos que la separación de la iglesia y del Estado - gracias al brazo político de aquella y a sus intereses - es casi letra muerta en Chile, pero también sabemos que no es el segundo quien se aprovecha de las múltiples prebendas económicas, legales y de todo tipo que recibe con el aporte de todos los chilenos para "regular la vida íntima de las personas" y hacer un abierto y descarado proselitismo a favor suyo. En efecto, muchas de las instituciones de beneficencia de la iglesia católica reciben aportes no menores del Estado para realizar su labor - labor cuyo propósito encomiable no está en discusión -, pero no es propio que con esos aportes que recibe haga proselitismo religioso ¿o ustedes creen que a cambio del beneficio que reciben a los niños, a los ancianos y a los menesterosos no los hacen rezar en los centro de ayuda y no los obligan a escuchar las monsergas del cura?
¿Quién es la que pretende "regular la vida íntima de las personas", fijándole parámetros morales respecto de la planificación familiar? ¿Es el Estado, acaso?
La iglesia se ha opuesto sistemáticamente al uso del condón y a cualquier método de control de la natalidad, pero nunca, ni en Chile, ni en el Vaticano, ni en ninguna parte del mundo ha desmentido la denuncia del periodista David Yallop respecto de que, paralelamente con la dictación de Encíclicas respecto del tema, era accionista mayoritaria de industrias que fabricaban pastillas anticonceptivas. De hecho, basta con echar una mirada a la historia reciente para comprobar que la sede mundial del catolicismo apostólico romano es un hervidero de intereses, intrigas, secretos, conspiraciones y muertes extrañas, así como campo de batalla de distintas sociedades secretas y sectas infiltradas.
Pero no nos vayamos por las ramas: Chile, constitucionalmente, y por vocación de su gente, es un Estado laico y debe seguir siéndolo, por ello es inaceptable que la iglesia católica pretenda dictar las leyes, resolver reglamentos y aplicar políticas públicas y, además, acusar al Gobierno y al Estado de Chile, pretendiendo, de paso, endosarle sus propias faltas.
La iglesia, ¡¡a sus iglesias!!, o sea, pastelero, a tus pasteles.
Y como dijo Nicanor Parra, ese viejo lindo: la libertad es libre, ¡¡viva el dieciocho!!
Por cierto que para hablar y para comer pescado hay que tener, como dice el adagio, mucho cuidado porque no es el Gobierno ni es el Estado quienes pretenden regular la vida íntima de las personas, ya que a nadie obligan a pedir o a tomar la píldora, sino que es la iglesia católica la que pretende, desde un lugar que no le corresponde, dictar para todo el pueblo de Chile normas que sólo son aplicables a los católicos y eso.............. porque ni siquiera los católicos las acatan.
Sabemos que la separación de la iglesia y del Estado - gracias al brazo político de aquella y a sus intereses - es casi letra muerta en Chile, pero también sabemos que no es el segundo quien se aprovecha de las múltiples prebendas económicas, legales y de todo tipo que recibe con el aporte de todos los chilenos para "regular la vida íntima de las personas" y hacer un abierto y descarado proselitismo a favor suyo. En efecto, muchas de las instituciones de beneficencia de la iglesia católica reciben aportes no menores del Estado para realizar su labor - labor cuyo propósito encomiable no está en discusión -, pero no es propio que con esos aportes que recibe haga proselitismo religioso ¿o ustedes creen que a cambio del beneficio que reciben a los niños, a los ancianos y a los menesterosos no los hacen rezar en los centro de ayuda y no los obligan a escuchar las monsergas del cura?
¿Quién es la que pretende "regular la vida íntima de las personas", fijándole parámetros morales respecto de la planificación familiar? ¿Es el Estado, acaso?
La iglesia se ha opuesto sistemáticamente al uso del condón y a cualquier método de control de la natalidad, pero nunca, ni en Chile, ni en el Vaticano, ni en ninguna parte del mundo ha desmentido la denuncia del periodista David Yallop respecto de que, paralelamente con la dictación de Encíclicas respecto del tema, era accionista mayoritaria de industrias que fabricaban pastillas anticonceptivas. De hecho, basta con echar una mirada a la historia reciente para comprobar que la sede mundial del catolicismo apostólico romano es un hervidero de intereses, intrigas, secretos, conspiraciones y muertes extrañas, así como campo de batalla de distintas sociedades secretas y sectas infiltradas.
Pero no nos vayamos por las ramas: Chile, constitucionalmente, y por vocación de su gente, es un Estado laico y debe seguir siéndolo, por ello es inaceptable que la iglesia católica pretenda dictar las leyes, resolver reglamentos y aplicar políticas públicas y, además, acusar al Gobierno y al Estado de Chile, pretendiendo, de paso, endosarle sus propias faltas.
La iglesia, ¡¡a sus iglesias!!, o sea, pastelero, a tus pasteles.
Y como dijo Nicanor Parra, ese viejo lindo: la libertad es libre, ¡¡viva el dieciocho!!
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