Nota bene: la siutiquería de apadrinar palabras en desuso.
Hemos sabido que el Senador Juan Antonio Coloma Correa se atribuye la propiedad intelectual de esta iniciativa, impulsada por la Escuela de Escritores de España - junto con la Escuela de Escritura del Ateneo de Barcelona -. Sin embargo, el mismo Senador, que se ufana de emplear palabras poco conocidas - sorprendiendo a sus pares - cuando un anónimo paradislero - o notero, que le dicen - del programa Alfombra Roja de Canal 13 le pidió que escribiese la palabra PAPASNATAS (sic) lo hizo muy orondo, sin reparar en que dicha palabra no existe. Por cierto quedó muy contento, junto al paradislero en cuestión.
En efecto, la palabra PAPASNATAS (sic) no se encuentra en el Diccionario de la Real Academia Española y, en cambio, la que sí existe es PAPANATAS, que fue la que, probablemente, quiso decir el notero y escribir el Senador.
Pero bueno, "cualesquiera" se equivoca.
El Senador Coloma, junto al Senador Nelson Ávila Contreras, han emprendido una cruzada tan siútica como inútil, puesto que el adoptar una palabra es prohijarla, o sea, recibirla como una hija; es llevarla siempre consigo, tenerla presente a diario y, por supuesto, usarla, emplearla. De otra manera la pretendida adopción no tendría sentido.
Sin embargo, para poder emplear la palabra adoptada tendríamos que proceder como el sujeto aquel del chiste de los fenicios, o sea, forzar el tema para poder aplicar el término prohijado.
En lo personal siempre me ha fascinado la palabra "embozo", que es la parte de la sábana superior que toca la barbilla cuando retorna sobre el cubrecama. La encuentro sutil, delicada y misteriosa, pero ¿se imaginan que me propusiese usar sólo una vez al día la bendita palabra, objeto de mi fascinación? Por cierto, terminaría internado en un nosocomio o aislado de mis amigos, por obseso o frenópata.
En todo caso, así como hay personas que funcionan a nivel de las palabras - y se quedan en ellas - hay otras - entre las que me incluyo - que funcionan a nivel de ideas y no porque dos o tres o cien sujetos prohijen una palabra esta va a cambiar su destino en algo tan variable, vivo y activo como el idioma.
Eso sí: una cosa es no ser siútico, o no emplear algunas palabras y, otra, hablar mal.
No confundamos.
En efecto, la palabra PAPASNATAS (sic) no se encuentra en el Diccionario de la Real Academia Española y, en cambio, la que sí existe es PAPANATAS, que fue la que, probablemente, quiso decir el notero y escribir el Senador.
Pero bueno, "cualesquiera" se equivoca.
El Senador Coloma, junto al Senador Nelson Ávila Contreras, han emprendido una cruzada tan siútica como inútil, puesto que el adoptar una palabra es prohijarla, o sea, recibirla como una hija; es llevarla siempre consigo, tenerla presente a diario y, por supuesto, usarla, emplearla. De otra manera la pretendida adopción no tendría sentido.
Sin embargo, para poder emplear la palabra adoptada tendríamos que proceder como el sujeto aquel del chiste de los fenicios, o sea, forzar el tema para poder aplicar el término prohijado.
En lo personal siempre me ha fascinado la palabra "embozo", que es la parte de la sábana superior que toca la barbilla cuando retorna sobre el cubrecama. La encuentro sutil, delicada y misteriosa, pero ¿se imaginan que me propusiese usar sólo una vez al día la bendita palabra, objeto de mi fascinación? Por cierto, terminaría internado en un nosocomio o aislado de mis amigos, por obseso o frenópata.
En todo caso, así como hay personas que funcionan a nivel de las palabras - y se quedan en ellas - hay otras - entre las que me incluyo - que funcionan a nivel de ideas y no porque dos o tres o cien sujetos prohijen una palabra esta va a cambiar su destino en algo tan variable, vivo y activo como el idioma.
Eso sí: una cosa es no ser siútico, o no emplear algunas palabras y, otra, hablar mal.
No confundamos.
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