Homenaje a un gran hombre olvidado.
Hoy se cumplen 181 años del nacimiento en Santiago de Don Aníbal Pinto Garmendia, quien fuera quizás el más ilustre y probo hijo de esta tierra y que, después de haber servido a Chile como Presidente de La República en una de sus más difíciles y a la vez más gloriosas épocas, murió pobre y olvidado en Valparaíso pocos años después que dejara su alto cargo.
Don Aníbal fue hijo de Don Francisco Antonio Pinto Díaz, que fuera Presidente de la República entre los años 1827 y 1829, y de Doña Luisa Garmendia Aldunate, de familia argentina, y era tío en segundo grado del héroe de La Concepción, Don Ignacio Carrera Pinto, ya que la madre de este, Doña Emilia Pinto Benavente, era prima suya.
A los 20 años viajó como oficial de la delegación enviada por el Presidente Manuel Bulnes Prieto al Vaticano, con el propósito que se reconociera el patronato del Estado sobre la Iglesia en Chile, se consiguieran reformas a las órdenes religiosas y se modificara el régimen de misiones entre los indígenas. Permaneció durante cuatro años en Europa y llegó ser Secretario de la Delegación en Roma. Su formación intelectual se consolidó en París, donde llegó a dominar con soltura el francés, inglés, latín e italiano.
Volvió a Chile en 1851, dedicándose a las actividades agrícolas y a escribir en periódicos como "El Ferrocarril", desde donde se opuso al gobierno de Manuel Montt Torres. Al año siguiente se incorporó a la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile con un discurso sobre Filosofía Cartesiana.
En 1852 fue elegido diputado por Ovalle. En 1855 fue reelegido por Parral y ese año se radicó en Concepción, tras contraer matrimonio el 24 de noviembre con Doña Delfina Cruz y Zañartu, única hija del general José María de la Cruz.
Durante el año 1859 desempeñó la función de tesorero de la revolución que se levantó en esa provincia en contra del gobierno de Montt.
El nuevo Presidente José Joaquín Pérez Mascayano quiso atraer al gobierno su importante influencia en la provincia penquista, y lo designó intendente de Concepción en 1862, cargo que desempeñó hasta 1871.
Continuó en el Congreso como diputado por Chillán en el período 1864-1867; por Nacimiento entre 1867 y 1870; y por La Laja en 1870. Sin embargo, prefirió ser senador suplente por Concepción hasta 1876.
En septiembre de 1871, el recién electo Presidente Federico Errázuriz Zañartu lo nombró ministro de Guerra y Marina, cargo en el que estuvo hasta abril de 1875.
A principios de 1875, Don Aníbal renunció al Ministerio y fue nombrado candidato oficial para suceder a Federico Errázuriz Zañartu en la Presidencia de La República.
En la elección presidencial del 30 de agosto de 1876, el Congreso lo eligió como Presidente con 293 votos de los colegios provinciales de electores sobre un total de 307. Fue proclamado Presidente de la República y Errázuriz le entregó la banda presidencial el 18 de septiembre de 1876.
Al comienzo de su gobierno Don Aníbal Pinto G. debió enfrentar una severa crisis económica que se arrastraba desde los gobiernos anteriores, como consecuencia de una depresión económica mundial que comenzara en 1873 y repercutió en Chile en 1876. Hubo escasez del circulante, a causa de la baja del precio del cobre y del trigo, y de la fuerte exportación de la moneda de oro y plata, dado que los empresarios se vieron obligados a deshacerse de ellas para pagar sus compromisos en Europa.
Por otra parte, el país sufrió un inicio de año lluvioso en 1877, con inundaciones que destruyeron las cosechas, cortaron los caminos y las vías férreas. Además, en mayo se produjo un terremoto frente a las costas peruanas, que afectó también a los puertos chilenos del norte.
También debió enfrentar las fuertes tensiones con Argentina, como consecuencia de las pretensiones de ese país sobre la Patagonia, situación que fue resuelta mediante el Tratado Fierro-Sarratea de 1878, en donde Chile cedió sus derechos al país transandino sobre esos territorios, generándose en el país una corriente de opinión de rechazo al tratado, pero las noticias de problemas en el norte hicieron olvidar este compromiso por algunos años. Finalmente, el 23 de julio de 1881 se firmó un tratado en el que se reconoció la soberanía de Chile sobre el Estrecho de Magallanes, la parte occidental de la Tierra del Fuego y las islas al sur del Canal Beagle.
El 14 de febrero de 1879, se desencadena el conflicto en contra de Bolivia y luego en contra del Perú, cuyo desenlace ya conocemos y en donde se escribieron páginas gloriosas en nuestra Historia.
En septiembre de 1881, Don Aníbal Pinto Garmendia entregó la banda presidencial a Don Domingo Santa María González, quien había sido su último Ministro del Interior y se retiró a la vida privada en Valparaíso, pagando las deudas contraídas durante su período como Presidente y vendiendo sus derechos en las minas de carbón de Puchoco, en la costa de Arauco, puesto que la dedicación a su alto cargo le impidió cuidar sus intereses y propiedades, rechazando, además, las ofertas para acceder a cargos políticos en Chile, como Senador por Valparaíso, y en el extranjero, como Embajador.
En Valparaíso ocupó una casa que le entregó un amigo suyo por un reducido valor y ocupó el cargo de Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Santiago, percibiendo como sueldo una mínima retribución que le pagaba el diario "El Ferrocarril" por traducciones de artículos extranjeros y por su labor como perito tipógrafo.
El 9 de junio de 1884, a la edad de 59 años, falleció como consecuencia de un infarto cardíaco y, ante la carencia de recursos propios para cancelar su sepelio, un grupo de amigos hizo una colecta para darle una digna sepultura, asistiendo sólo algunas pocas personas a sus funerales en Valparaíso.
Roma tuvo a Catón y Chile tuvo a Don Aníbal Pinto Garmendia, hombre sencillo y humilde, que nunca buscó para sí ningún beneficio y siempre lo movió sólo el afán y el propósito de servir a su país y nunca servirse de él.
Hoy, sus restos descansan en el Cementerio General de Santiago.
En el olvido colectivo de su genio y de sus virtudes, este recuerdo sincero y agradecido.
Don Aníbal fue hijo de Don Francisco Antonio Pinto Díaz, que fuera Presidente de la República entre los años 1827 y 1829, y de Doña Luisa Garmendia Aldunate, de familia argentina, y era tío en segundo grado del héroe de La Concepción, Don Ignacio Carrera Pinto, ya que la madre de este, Doña Emilia Pinto Benavente, era prima suya.
A los 20 años viajó como oficial de la delegación enviada por el Presidente Manuel Bulnes Prieto al Vaticano, con el propósito que se reconociera el patronato del Estado sobre la Iglesia en Chile, se consiguieran reformas a las órdenes religiosas y se modificara el régimen de misiones entre los indígenas. Permaneció durante cuatro años en Europa y llegó ser Secretario de la Delegación en Roma. Su formación intelectual se consolidó en París, donde llegó a dominar con soltura el francés, inglés, latín e italiano.
Volvió a Chile en 1851, dedicándose a las actividades agrícolas y a escribir en periódicos como "El Ferrocarril", desde donde se opuso al gobierno de Manuel Montt Torres. Al año siguiente se incorporó a la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile con un discurso sobre Filosofía Cartesiana.
En 1852 fue elegido diputado por Ovalle. En 1855 fue reelegido por Parral y ese año se radicó en Concepción, tras contraer matrimonio el 24 de noviembre con Doña Delfina Cruz y Zañartu, única hija del general José María de la Cruz.
Durante el año 1859 desempeñó la función de tesorero de la revolución que se levantó en esa provincia en contra del gobierno de Montt.
El nuevo Presidente José Joaquín Pérez Mascayano quiso atraer al gobierno su importante influencia en la provincia penquista, y lo designó intendente de Concepción en 1862, cargo que desempeñó hasta 1871.
Continuó en el Congreso como diputado por Chillán en el período 1864-1867; por Nacimiento entre 1867 y 1870; y por La Laja en 1870. Sin embargo, prefirió ser senador suplente por Concepción hasta 1876.
En septiembre de 1871, el recién electo Presidente Federico Errázuriz Zañartu lo nombró ministro de Guerra y Marina, cargo en el que estuvo hasta abril de 1875.
A principios de 1875, Don Aníbal renunció al Ministerio y fue nombrado candidato oficial para suceder a Federico Errázuriz Zañartu en la Presidencia de La República.
En la elección presidencial del 30 de agosto de 1876, el Congreso lo eligió como Presidente con 293 votos de los colegios provinciales de electores sobre un total de 307. Fue proclamado Presidente de la República y Errázuriz le entregó la banda presidencial el 18 de septiembre de 1876.
Al comienzo de su gobierno Don Aníbal Pinto G. debió enfrentar una severa crisis económica que se arrastraba desde los gobiernos anteriores, como consecuencia de una depresión económica mundial que comenzara en 1873 y repercutió en Chile en 1876. Hubo escasez del circulante, a causa de la baja del precio del cobre y del trigo, y de la fuerte exportación de la moneda de oro y plata, dado que los empresarios se vieron obligados a deshacerse de ellas para pagar sus compromisos en Europa.
Por otra parte, el país sufrió un inicio de año lluvioso en 1877, con inundaciones que destruyeron las cosechas, cortaron los caminos y las vías férreas. Además, en mayo se produjo un terremoto frente a las costas peruanas, que afectó también a los puertos chilenos del norte.
También debió enfrentar las fuertes tensiones con Argentina, como consecuencia de las pretensiones de ese país sobre la Patagonia, situación que fue resuelta mediante el Tratado Fierro-Sarratea de 1878, en donde Chile cedió sus derechos al país transandino sobre esos territorios, generándose en el país una corriente de opinión de rechazo al tratado, pero las noticias de problemas en el norte hicieron olvidar este compromiso por algunos años. Finalmente, el 23 de julio de 1881 se firmó un tratado en el que se reconoció la soberanía de Chile sobre el Estrecho de Magallanes, la parte occidental de la Tierra del Fuego y las islas al sur del Canal Beagle.
El 14 de febrero de 1879, se desencadena el conflicto en contra de Bolivia y luego en contra del Perú, cuyo desenlace ya conocemos y en donde se escribieron páginas gloriosas en nuestra Historia.
En septiembre de 1881, Don Aníbal Pinto Garmendia entregó la banda presidencial a Don Domingo Santa María González, quien había sido su último Ministro del Interior y se retiró a la vida privada en Valparaíso, pagando las deudas contraídas durante su período como Presidente y vendiendo sus derechos en las minas de carbón de Puchoco, en la costa de Arauco, puesto que la dedicación a su alto cargo le impidió cuidar sus intereses y propiedades, rechazando, además, las ofertas para acceder a cargos políticos en Chile, como Senador por Valparaíso, y en el extranjero, como Embajador.
En Valparaíso ocupó una casa que le entregó un amigo suyo por un reducido valor y ocupó el cargo de Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Santiago, percibiendo como sueldo una mínima retribución que le pagaba el diario "El Ferrocarril" por traducciones de artículos extranjeros y por su labor como perito tipógrafo.
El 9 de junio de 1884, a la edad de 59 años, falleció como consecuencia de un infarto cardíaco y, ante la carencia de recursos propios para cancelar su sepelio, un grupo de amigos hizo una colecta para darle una digna sepultura, asistiendo sólo algunas pocas personas a sus funerales en Valparaíso.
Roma tuvo a Catón y Chile tuvo a Don Aníbal Pinto Garmendia, hombre sencillo y humilde, que nunca buscó para sí ningún beneficio y siempre lo movió sólo el afán y el propósito de servir a su país y nunca servirse de él.
Hoy, sus restos descansan en el Cementerio General de Santiago.
En el olvido colectivo de su genio y de sus virtudes, este recuerdo sincero y agradecido.
1 Comentarios:
MI querido amigo Guillermo, lo felicito por suarticulo sobre don Anibal, realmente como tu dices fue un hombre distinguido por su probidad y lucidez, entre otras virtudes, pero como tu muy bien sabes, nosotros los chilenos olvidamos rapidamente a nuestros proceres.
Hablando de hombres distinguidos que pusieron su talento y hasta sus vidas al sertvicio de la Patria, sin otro objetivo que verla grande y orgullosa, aparece don Rafael Sotomayor, heroe civil de la guerra del pacifico, sin la claridad de sus ideas y su capacidad de organización, quizas ese conflicto habría costado muchas mas vidas para lograr la victoria.
Saludos Enrique
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