martes, febrero 27, 2007

El Transantiago y las lágrimas de cocodrilo de la derecha.

Ayer uno de los paladines de la democracia chilena, el Senador Jovino Novoa Vásquez - Subsecretario General de Gobierno de la dictadura y en cuyo período Tucapel Jiménez Alfaro fuera asesinado por los esbirros del régimen al que servía tan gustosamente y que posteriormente asumió como Jefe de los Servicios Informativos de El Mercurio (esta última parte de su Currículum está delicadamente omitida en su página del Senado) -, ha manifestado sentir "una rabia enorme ver a la gente aglomerada en los paraderos, colgando de las micros, apretada en el Metro y los señores de la Concertación de vacaciones".

Ciertamente, la impudicia de la derecha no tiene otro límite que la tarea mesiánica que la UDI se autoasigna en todos los planos de la vida nacional, cual es el deseo de terminar todo aquello que no pudo o no alcanzó a hacer la dictadura militar.

Sujetos como Novoa no tienen otro camino que alimentarse de las migajas y de los errores ajenos para poder subsistir como personas y como partido, ya que son incapaces de generar propuestas propias, y han encontrado en el Transantiago el elemento propicio para ello.

Novoa, Moreira y Cía. Limitada han saltado como tigres - por la ferocidad, no por la belleza ni la elegancia de esos animales - sobre los problemas que ha presentado el sistema de transporte, esgrimiendo el sentir de las personas como bandera de lucha, sentir que les interesa un pepino en la realidad, puesto que a la primera ocasión que tengan propiciarán terminar con el saqueo al Estado chileno que se inició durante la dictadura; borrar de un plumazo las pocas conquistas sociales de los trabajadores logradas durante los Gobiernos de la Concertación; generar las condiciones para que los recursos naturales sean entregados gratuitamente a las transnacionales; volver a entregarles a sus socios de los carteles el transporte público y un largo etcétera de beneficios para el país.

Las lágrimas que derrama la derecha por los chilenos son, simplemente, las lágrimas del cocodrilo antes de comerse a su presa......... y para ello ya han sacado de la calle los buses necesarios para que el Transantiago funcione.

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