Miremos el futuro, mejor.
De tanto mirarnos el ombligo y enredarnos en las inevitables pero agobiadoras rencillas internas entre las coaliciones políticas, Transantiago de por medio, hemos ido perdiendo la visión de lo ocurre en torno nuestro. En efecto, el Imacec (Índice Mensual de Actividad Económica) de marzo fue de 6,5 %, uno de los más altos de los últimos años, lo cual augura un alto y prometedor crecimiento económico para el presente año, que bordearía el 5,4 %, con una inflación anual en torno al 2,4 %.
A lo anterior se suma el notable descenso en los índices de cesantía, lo que también permite que miles de chilenos salgan de la angustia del desempleo y de sus consecuencias sociales y psicológicas.
Hoy hemos sabido que nuestro país – y no ESTE país, como suelen decir algunos – ha sido oficialmente invitado a formar parte de la exclusiva Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), organización de cooperación internacional, compuesta por 30 Estados y cuyo objetivo es coordinar sus políticas económicas y sociales; fue fundada en 1961 y su sede central se encuentra en la ciudad de París, Francia. Junto a nuestro país, han sido también invitados para que empiecen a negociar su adhesión Rusia, Israel, Eslovenia y Estonia. A otros países, considerados por algunos francotiradores del pesimismo como más potentes que el nuestro, tales como Brasil, China, India, Indonesia y Sudáfrica se les ha ofrecido, por el momento, sólo "participación ampliada con vistas a la posible membresía".
A la fecha, alrededor de dieciséis países han pedido incorporarse, deseosos de unirse a un grupo cuyos miembros comparten el compromiso de la democracia y el libre mercado, aunque algunas veces la OCDE ha sido vista como un exclusivo club de países ricos y en donde el principal requisito para ser país miembro es liberalizar progresivamente los movimientos de capitales y de servicios y en el cual los países miembros se comprometen a aplicar los principios de liberalización, no discriminación, trato nacional y trato equivalente.
Si bien no hay garantía de que los cinco países terminen logrando la membresía, esta invitación a Chile abre enormes perspectivas de influencia y de participación en las grandes decisiones mundiales, aunque el proceso que se abre implica una negociación que puede durar años o, como he dicho, no terminar en adhesión.
Por eso, dejemos de mirarnos el ombligo, que nos vamos a trompezar, como dijo el huaso, y miremos hacia delante, al futuro y al desarrollo.
A lo anterior se suma el notable descenso en los índices de cesantía, lo que también permite que miles de chilenos salgan de la angustia del desempleo y de sus consecuencias sociales y psicológicas.
Hoy hemos sabido que nuestro país – y no ESTE país, como suelen decir algunos – ha sido oficialmente invitado a formar parte de la exclusiva Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), organización de cooperación internacional, compuesta por 30 Estados y cuyo objetivo es coordinar sus políticas económicas y sociales; fue fundada en 1961 y su sede central se encuentra en la ciudad de París, Francia. Junto a nuestro país, han sido también invitados para que empiecen a negociar su adhesión Rusia, Israel, Eslovenia y Estonia. A otros países, considerados por algunos francotiradores del pesimismo como más potentes que el nuestro, tales como Brasil, China, India, Indonesia y Sudáfrica se les ha ofrecido, por el momento, sólo "participación ampliada con vistas a la posible membresía".
A la fecha, alrededor de dieciséis países han pedido incorporarse, deseosos de unirse a un grupo cuyos miembros comparten el compromiso de la democracia y el libre mercado, aunque algunas veces la OCDE ha sido vista como un exclusivo club de países ricos y en donde el principal requisito para ser país miembro es liberalizar progresivamente los movimientos de capitales y de servicios y en el cual los países miembros se comprometen a aplicar los principios de liberalización, no discriminación, trato nacional y trato equivalente.
Si bien no hay garantía de que los cinco países terminen logrando la membresía, esta invitación a Chile abre enormes perspectivas de influencia y de participación en las grandes decisiones mundiales, aunque el proceso que se abre implica una negociación que puede durar años o, como he dicho, no terminar en adhesión.
Por eso, dejemos de mirarnos el ombligo, que nos vamos a trompezar, como dijo el huaso, y miremos hacia delante, al futuro y al desarrollo.
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