El cuento chino del Transantiago.
Hace 75 días escribí un post en donde mi argumentación principal era que los problemas del Transantiago pasaban por el impúdico boicot que los carteles del transporte, liderados por Manuel Navarrete, realizaban al sistema que se estaba poniendo en marcha.
Hoy, con la experiencia de sufrir a diario este flagelo, puedo afirmar que, siendo cierta la afirmación de entonces, no es la única causa del descalabro al que hemos asistido en los 87 días que han transcurrido desde su puesta en marcha y más bien parece ser la menos importante.
En efecto, con la renuncia de Blas Tomic a la presidencia del Metro y la nula información que se ha entregado hasta hoy respecto de cuanto es lo que realmente cuesta y costará al erario nacional el salvataje de este monstruo, me he convencido que el Transantiago no sólo está quebrado financieramente sino que es también técnicamente inviable.
Transantiago es un moribundo, un desahuciado, conectado a un respirador a un costo diario de más de 700 millones de pesos y los 80 millones de dólares que se le sacan a una empresa exitosa como es el Metro para financiar un sistema que pierde 1,3 millones de dólares al día sólo asegura que el Transantiago respirará por 61 días más y ¿después? Más silencio, me temo, y más recursos, también, porque no se visualiza solución, no se aprecia que la situación se supere y no hay mejoras sensibles.
A este paso, la promesa de que el nuevo sistema de transporte le cambiaría la cara a Santiago es un pésimo chiste, que le costará al país la friolera de 250 millones de dólares al año sólo para ocultar el fracaso de un proyecto que lo único que le ha dejado al ciudadano es indignidad, molestias y un deterioro notable y notorio en su calidad de vida.
Definitivamente, el Transantiago está fuera de control y se ha convertido en un verdadero cuento chino y ahora......................... ¿quién podrá defendernos?
Hoy, con la experiencia de sufrir a diario este flagelo, puedo afirmar que, siendo cierta la afirmación de entonces, no es la única causa del descalabro al que hemos asistido en los 87 días que han transcurrido desde su puesta en marcha y más bien parece ser la menos importante.
En efecto, con la renuncia de Blas Tomic a la presidencia del Metro y la nula información que se ha entregado hasta hoy respecto de cuanto es lo que realmente cuesta y costará al erario nacional el salvataje de este monstruo, me he convencido que el Transantiago no sólo está quebrado financieramente sino que es también técnicamente inviable.
Transantiago es un moribundo, un desahuciado, conectado a un respirador a un costo diario de más de 700 millones de pesos y los 80 millones de dólares que se le sacan a una empresa exitosa como es el Metro para financiar un sistema que pierde 1,3 millones de dólares al día sólo asegura que el Transantiago respirará por 61 días más y ¿después? Más silencio, me temo, y más recursos, también, porque no se visualiza solución, no se aprecia que la situación se supere y no hay mejoras sensibles.
A este paso, la promesa de que el nuevo sistema de transporte le cambiaría la cara a Santiago es un pésimo chiste, que le costará al país la friolera de 250 millones de dólares al año sólo para ocultar el fracaso de un proyecto que lo único que le ha dejado al ciudadano es indignidad, molestias y un deterioro notable y notorio en su calidad de vida.
Definitivamente, el Transantiago está fuera de control y se ha convertido en un verdadero cuento chino y ahora......................... ¿quién podrá defendernos?
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