¿Qué les pasa a algunos políticos?
No es misterio para nadie que, como dice Serrat, ha de haber gente pa’ too y esta afirmación es válida principalmente en política.
En efecto, en la fauna tan singular que compone esta actividad encontramos especímenes de todo tipo: desde aquel Ministro de Estado que, pese a que todo el país vio por televisión que votó con su carné de conducir, negó impúdicamente el hecho, hasta que la evidencia lo aplastó; pasando por el sin par Presidente de la Cámara de Diputados que envió cartas a todos sus partidarios - con motivo una elección interna de su partido - con los recursos que los ciudadanos ponemos disposición de los Honorables para que legislen y sólo porque lo sorprendieron in fraganti devolvió lo malversado y - como no - aquí no ha pasado nada y siguió haciendo gárgaras y hablando de probidad; sin dejar de mencionar a aquel Honorable que suele presentar proyectos de Ley que baja desde Internet y que se ha ganado, legítima y esforzadamente, el apodo de Wikipedia (¿qué hará - me pregunto - con los dineros que los ciudadanos ponemos a su disposición para que contrate expertos y asesores?); y no podemos olvidar, por supuesto, a ese otro, pus hom, que habla con los muertos para recibir prevenciones y derroteros éticos-políticos-judiciales que engrandecen al país. En esta especie de línea del tiempo - matemáticamente, una línea es una sucesión infinita de puntos - hay para todos los gustos y cuando digo para todos los gustos es PARA TODOS LOS GUSTOS porque estos sujetos son como los modelos de auto: elija usted el modelo que le guste y sin lugar a duda quedará contento y satisfecho, pues hay una variedad tan infinita como puntos hay en una línea.
También hay, para confirmar la regla, excepciones que permiten decentar un poco el local, pero que, como toda excepción, son lunares blancos en la noche oscura de nuestra política criolla.
En esta ya cansadora actividad de ser ciudadano - cansadora porque la carga está mal estibada y sabrán, por propia y fatal experiencia, quien la soporta con mayor rigor - ahora los Honorables nos sorprenden - algunos, para ser justos - con una proposición que consiste en que, ya que los jóvenes son penalmente imputables a los 14 años, tengan también derecho a voto en las elecciones municipales (sin embargo, un chiquillo un poco más audaz anunció ya que aspiran a tenerlo también para las elecciones presidenciales, lo que nos previene de lo que pregunto más adelante)
Hace muchos años atrás vi una película – cuyo nombre ya no recuerdo – cuyo argumento, en breve, era el siguiente: jóvenes adolescentes, cansados de las sandeces, torpezas y violencia de los mayores, se rebelan y toman el poder. Reorganizan todo el sistema, desplazan a los políticos corruptos, eliminan a los militares (los eliminan dejándolos sin actividad, no matándolos) y un largo etcétera con el cual pretendo disimular mi mala memoria. Obviamente, para darle el matiz romántico tan de gusto colectivo, hay un jovencito buen mozo y listo que es el líder de todo esto y una chica linda y lista que es su novia. Pasado un tiempo aparece otro joven, también buen mozo, pero no muy listo - deficiencia que suplía con una ambición desmesurada -, que decide hacerle competencia junto a sus amigos y, todos apatotados (¿por qué será que los malos siempre se apatotan?), desplazan al jovencito del liderazgo. Pero como no basta ser malo para prosperar, este, con la ayuda de sus amigos buena onda y de su novia lista, logra recuperarlo. Una vez logrado esto ve que un grupo numeroso de niños se acerca y uno se adelanta para decirle que a contar de ese instante quedaba cesante en su cargo de líder, pues ellos, cansados de las luchas y ambiciones de los jóvenes tomaban, a contar de ese momento, el poder. Ahí termina la película, sugiriendo que el ciclo sería interminable, porque el jovencito, al retirarse, no puede dejar de notar a unos infantes que observan atentamente la escena.
Las enseñanzas que pueden sacarse del argumento son muchas, pero me quedo con la de no abusar infinitamente de la paciencia de los demás, so pretexto de ser novedosos, audaces y creativos porque no debe confundirse la imputabilidad penal de un púber de 14 años con la necesaria madurez y sensatez para elegir a las autoridades, aunque las electas, en la práctica, no resulten muy sensatas que digamos. Los jóvenes de 14 años son imputables en los delitos que cometen con el único propósito de que puedan ser sometidos a un proceso de rehabilitación adecuada, controlada y obligatoria, puesto que sus mentes aún son lo suficientemente permeables a los buenos influjos y ejemplos, de tal suerte que puedan ser a futuro reinsertados en la sociedad, ahora como personas socialmente útiles. Obviamente, todos sabemos que esto es un chiste y que, en la práctica, ante la imposibilidad de darles un balazo en la nuca, se les encierra, hacinados y sujetos a todo tipo de riesgos, en verdaderas pocilgas controladas por personal mal pagado, insuficiente, sin capacitación, sin recursos y absolutamente desmotivado, con lo que estos jóvenes quedan - en los hechos - sin ninguna posibilidad real de rehabilitación.
Y como anuncié unas preguntas digo que, con el mismo criterio de la película de marras, podría llegarse el absurdo que ya que los mayores de 14 años votan en las elecciones municipales ¿por qué no podrían exigir su derecho a ser candidatos a Alcaldes (tendrían una ventaja sobre muchos, pues hay Ediles que no saben leer)? Y si pueden ser Alcaldes, ¿por qué no exigir ser Diputados (otra ventaja, pues hay Honorables que no han terminado su Educación Media, aunque los certificados - falsificados, ¡¡por supuesto!! - digan otra cosa)? Y si pueden ser Diputados ¿por qué, entonces, no Senadores (empate, porque si ellos practican el copy & paste con sus tareas hay otros - como ya vimos - que hacen lo mismo con las Leyes)? Y si Senadores ¿por qué no Presidentes de la República? ¿O Secretarios Generales de la OEA? ¿O de la ONU? ¿O Directores de sus propios Colegios?
Por cierto los políticos serán políticos (lo que dice y sugiere harto acerca de su oficio) pero no imbéciles y se cuidarán muy bien de que esos jóvenes voten pero no tengan acceso a la toma de decisiones, de tal suerte que sigan al margen de la sociedad, sin educación de calidad, sin oportunidades y con trabajos mal pagados - o sin trabajo, simplemente - para así poder seguir manipulándolos a su antojo per secula seculorum.
Parece mentira que un Honorable, muy orondo y serio, se dirigiera al país (literal, no metafóricamente) para anunciar el chiste que ha dado motivo a este post, mientras todos sabemos que hay proyectos de Ley muchísimo más importantes y útiles que duermen por años en la Cámara, pero ya el gran Víctor Hugo nos prevenía acerca de sujetos como este que - decía - confunden las constelaciones del firmamento con las huellas estrelladas que dejan en el cieno blanco de un lodazal las patas de los gansos.
No sé cuanto dinero se ocupará si esta peregrina y estúpida idea llegase a concretarse, pero las preguntas - algunas - caen por su propio peso: ¿por qué no se lo ahorran y hacen algo verdaderamente útil, como mejorar las condiciones de los jóvenes que se pretende rehabilitar? ¿Por qué no se presenta o se aprueba una Ley que permita abrir más centros deportivos en las poblaciones modestas? ¿Por qué no se presenta o se aprueba una Ley que permita entregar más recursos para combatir la droga? ¿Por qué no dejan que los jóvenes gasten sus energías en el estudio en vez de andar metidos en cambulloneos y trinquetes políticos? En fin, para no ser lato, ¿por qué no se hace política en serio?
En efecto, en la fauna tan singular que compone esta actividad encontramos especímenes de todo tipo: desde aquel Ministro de Estado que, pese a que todo el país vio por televisión que votó con su carné de conducir, negó impúdicamente el hecho, hasta que la evidencia lo aplastó; pasando por el sin par Presidente de la Cámara de Diputados que envió cartas a todos sus partidarios - con motivo una elección interna de su partido - con los recursos que los ciudadanos ponemos disposición de los Honorables para que legislen y sólo porque lo sorprendieron in fraganti devolvió lo malversado y - como no - aquí no ha pasado nada y siguió haciendo gárgaras y hablando de probidad; sin dejar de mencionar a aquel Honorable que suele presentar proyectos de Ley que baja desde Internet y que se ha ganado, legítima y esforzadamente, el apodo de Wikipedia (¿qué hará - me pregunto - con los dineros que los ciudadanos ponemos a su disposición para que contrate expertos y asesores?); y no podemos olvidar, por supuesto, a ese otro, pus hom, que habla con los muertos para recibir prevenciones y derroteros éticos-políticos-judiciales que engrandecen al país. En esta especie de línea del tiempo - matemáticamente, una línea es una sucesión infinita de puntos - hay para todos los gustos y cuando digo para todos los gustos es PARA TODOS LOS GUSTOS porque estos sujetos son como los modelos de auto: elija usted el modelo que le guste y sin lugar a duda quedará contento y satisfecho, pues hay una variedad tan infinita como puntos hay en una línea.
También hay, para confirmar la regla, excepciones que permiten decentar un poco el local, pero que, como toda excepción, son lunares blancos en la noche oscura de nuestra política criolla.
En esta ya cansadora actividad de ser ciudadano - cansadora porque la carga está mal estibada y sabrán, por propia y fatal experiencia, quien la soporta con mayor rigor - ahora los Honorables nos sorprenden - algunos, para ser justos - con una proposición que consiste en que, ya que los jóvenes son penalmente imputables a los 14 años, tengan también derecho a voto en las elecciones municipales (sin embargo, un chiquillo un poco más audaz anunció ya que aspiran a tenerlo también para las elecciones presidenciales, lo que nos previene de lo que pregunto más adelante)
Hace muchos años atrás vi una película – cuyo nombre ya no recuerdo – cuyo argumento, en breve, era el siguiente: jóvenes adolescentes, cansados de las sandeces, torpezas y violencia de los mayores, se rebelan y toman el poder. Reorganizan todo el sistema, desplazan a los políticos corruptos, eliminan a los militares (los eliminan dejándolos sin actividad, no matándolos) y un largo etcétera con el cual pretendo disimular mi mala memoria. Obviamente, para darle el matiz romántico tan de gusto colectivo, hay un jovencito buen mozo y listo que es el líder de todo esto y una chica linda y lista que es su novia. Pasado un tiempo aparece otro joven, también buen mozo, pero no muy listo - deficiencia que suplía con una ambición desmesurada -, que decide hacerle competencia junto a sus amigos y, todos apatotados (¿por qué será que los malos siempre se apatotan?), desplazan al jovencito del liderazgo. Pero como no basta ser malo para prosperar, este, con la ayuda de sus amigos buena onda y de su novia lista, logra recuperarlo. Una vez logrado esto ve que un grupo numeroso de niños se acerca y uno se adelanta para decirle que a contar de ese instante quedaba cesante en su cargo de líder, pues ellos, cansados de las luchas y ambiciones de los jóvenes tomaban, a contar de ese momento, el poder. Ahí termina la película, sugiriendo que el ciclo sería interminable, porque el jovencito, al retirarse, no puede dejar de notar a unos infantes que observan atentamente la escena.
Las enseñanzas que pueden sacarse del argumento son muchas, pero me quedo con la de no abusar infinitamente de la paciencia de los demás, so pretexto de ser novedosos, audaces y creativos porque no debe confundirse la imputabilidad penal de un púber de 14 años con la necesaria madurez y sensatez para elegir a las autoridades, aunque las electas, en la práctica, no resulten muy sensatas que digamos. Los jóvenes de 14 años son imputables en los delitos que cometen con el único propósito de que puedan ser sometidos a un proceso de rehabilitación adecuada, controlada y obligatoria, puesto que sus mentes aún son lo suficientemente permeables a los buenos influjos y ejemplos, de tal suerte que puedan ser a futuro reinsertados en la sociedad, ahora como personas socialmente útiles. Obviamente, todos sabemos que esto es un chiste y que, en la práctica, ante la imposibilidad de darles un balazo en la nuca, se les encierra, hacinados y sujetos a todo tipo de riesgos, en verdaderas pocilgas controladas por personal mal pagado, insuficiente, sin capacitación, sin recursos y absolutamente desmotivado, con lo que estos jóvenes quedan - en los hechos - sin ninguna posibilidad real de rehabilitación.
Y como anuncié unas preguntas digo que, con el mismo criterio de la película de marras, podría llegarse el absurdo que ya que los mayores de 14 años votan en las elecciones municipales ¿por qué no podrían exigir su derecho a ser candidatos a Alcaldes (tendrían una ventaja sobre muchos, pues hay Ediles que no saben leer)? Y si pueden ser Alcaldes, ¿por qué no exigir ser Diputados (otra ventaja, pues hay Honorables que no han terminado su Educación Media, aunque los certificados - falsificados, ¡¡por supuesto!! - digan otra cosa)? Y si pueden ser Diputados ¿por qué, entonces, no Senadores (empate, porque si ellos practican el copy & paste con sus tareas hay otros - como ya vimos - que hacen lo mismo con las Leyes)? Y si Senadores ¿por qué no Presidentes de la República? ¿O Secretarios Generales de la OEA? ¿O de la ONU? ¿O Directores de sus propios Colegios?
Por cierto los políticos serán políticos (lo que dice y sugiere harto acerca de su oficio) pero no imbéciles y se cuidarán muy bien de que esos jóvenes voten pero no tengan acceso a la toma de decisiones, de tal suerte que sigan al margen de la sociedad, sin educación de calidad, sin oportunidades y con trabajos mal pagados - o sin trabajo, simplemente - para así poder seguir manipulándolos a su antojo per secula seculorum.
Parece mentira que un Honorable, muy orondo y serio, se dirigiera al país (literal, no metafóricamente) para anunciar el chiste que ha dado motivo a este post, mientras todos sabemos que hay proyectos de Ley muchísimo más importantes y útiles que duermen por años en la Cámara, pero ya el gran Víctor Hugo nos prevenía acerca de sujetos como este que - decía - confunden las constelaciones del firmamento con las huellas estrelladas que dejan en el cieno blanco de un lodazal las patas de los gansos.
No sé cuanto dinero se ocupará si esta peregrina y estúpida idea llegase a concretarse, pero las preguntas - algunas - caen por su propio peso: ¿por qué no se lo ahorran y hacen algo verdaderamente útil, como mejorar las condiciones de los jóvenes que se pretende rehabilitar? ¿Por qué no se presenta o se aprueba una Ley que permita abrir más centros deportivos en las poblaciones modestas? ¿Por qué no se presenta o se aprueba una Ley que permita entregar más recursos para combatir la droga? ¿Por qué no dejan que los jóvenes gasten sus energías en el estudio en vez de andar metidos en cambulloneos y trinquetes políticos? En fin, para no ser lato, ¿por qué no se hace política en serio?
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