Aniversario de la muerte del feo más genial, que dijo que la fealdad tiene algo de superior a la belleza porque dura más.
Hoy se cumplen 16 años de la muerte de Serge Gainsbourg, músico, compositor, cantante de voz mala y cavernosa, poeta, escritor, cineasta, actor, pintor, fotógrafo, intelectual ganador de un festival de Eurovisión, provocador público y desatado, desastrado congénito, pionero de la liberación sexual, renovador de la canción francesa, referencia estética de toda una generación y personaje tímido refugiado en una careta de malévolo cinismo. Hijo de emigrantes rusos, estudió Bellas Artes por amor a Picasso. Fue devoto de Boris Vian y disidente de las protestas de mayo de 1968, en París. Amante de la buena vida y de las mujeres, nunca buscó la gloria sino divertirse creando en todas las disciplinas y sorprendiendo a su público con un hedonismo provocativo de trasfondo existencialista.
Gainsbourg tuvo a las mujeres más bellas de su época, les escribió canciones tórridas, las fotografió sin ropa para la posteridad y las rodó en filmes de bajo presupuesto y mucha cama. La opinión pública lo censuró duramente, la prensa rosa lo persiguió, las radios prohibían sus discos y sus intervenciones televisivas siempre terminaban con un pataleo generalizado. A él, sin duda, le hubiera gustado ser recordado por su enorme talento para la melodía, o por sus letras, increíbles ejercicios de lenguaje, que jugaban con la sonoridad de las palabras, el doble y el triple sentido de las frases, las onomatopeyas, la filosofía, la obsesión sexual (sobre todo la obsesión sexual), el amor y la muerte. No obstante, todo el mundo lo conoce por haber creado y cantado a dúo con Jane Birkin el himno erótico por excelencia de los años ‘70, esa cadencia lenta apoyada en un órgano agónico, llena de susurros, gemidos y voces entrecortadas, que trastornó a toda una generación y que se titula "Je t’aime moi non plus". La Birkin fue su musa, compañera e intérprete favorita en diversos estribillos lujuriosos pero también las hizo de Pigmalión con Brigitte Bardot, France Gall, Catherine Deneuve, Isabelle Adjani, Francoise Hardy, su propia hija Charlotte (¡con un tema dedicado al incesto!, que hoy lo habría metido en la cárcel) y Vanessa Paradis. En sus discos reclutó a músicos de Miles Davis, a bandas punk y logró que el diario Le Figaro solicitara su expatriación en un editorial por culpa de su versión reggae de La Marsellesa.
Al día siguiente a su muerte, Brigitte Bardot leyó una elegía, las banderas ondearon a media asta en toda Francia y el Presidente FranÇois Mitterrand decretó luto nacional tras declarar que "era nuestro Baudelaire y llevó la canción a la categoría de arte".
A excepción de este post y de otras conmemoraciones menores, la fecha de hoy pasará inadvertida, como suele suceder cuando uno se muere y los que lo conocieron se van muriendo o se van poniendo viejos y olvidadizos y porque ya nadie se muere ni se duele ni se angustia por ideales.
Para el hombre que dijo "mi vida es un triángulo de alcohol, gitanes y mujeres", este recuerdo en la letra de su canción "Réquiem para un cabrón":
Gainsbourg tuvo a las mujeres más bellas de su época, les escribió canciones tórridas, las fotografió sin ropa para la posteridad y las rodó en filmes de bajo presupuesto y mucha cama. La opinión pública lo censuró duramente, la prensa rosa lo persiguió, las radios prohibían sus discos y sus intervenciones televisivas siempre terminaban con un pataleo generalizado. A él, sin duda, le hubiera gustado ser recordado por su enorme talento para la melodía, o por sus letras, increíbles ejercicios de lenguaje, que jugaban con la sonoridad de las palabras, el doble y el triple sentido de las frases, las onomatopeyas, la filosofía, la obsesión sexual (sobre todo la obsesión sexual), el amor y la muerte. No obstante, todo el mundo lo conoce por haber creado y cantado a dúo con Jane Birkin el himno erótico por excelencia de los años ‘70, esa cadencia lenta apoyada en un órgano agónico, llena de susurros, gemidos y voces entrecortadas, que trastornó a toda una generación y que se titula "Je t’aime moi non plus". La Birkin fue su musa, compañera e intérprete favorita en diversos estribillos lujuriosos pero también las hizo de Pigmalión con Brigitte Bardot, France Gall, Catherine Deneuve, Isabelle Adjani, Francoise Hardy, su propia hija Charlotte (¡con un tema dedicado al incesto!, que hoy lo habría metido en la cárcel) y Vanessa Paradis. En sus discos reclutó a músicos de Miles Davis, a bandas punk y logró que el diario Le Figaro solicitara su expatriación en un editorial por culpa de su versión reggae de La Marsellesa.
Al día siguiente a su muerte, Brigitte Bardot leyó una elegía, las banderas ondearon a media asta en toda Francia y el Presidente FranÇois Mitterrand decretó luto nacional tras declarar que "era nuestro Baudelaire y llevó la canción a la categoría de arte".
A excepción de este post y de otras conmemoraciones menores, la fecha de hoy pasará inadvertida, como suele suceder cuando uno se muere y los que lo conocieron se van muriendo o se van poniendo viejos y olvidadizos y porque ya nadie se muere ni se duele ni se angustia por ideales.
Para el hombre que dijo "mi vida es un triángulo de alcohol, gitanes y mujeres", este recuerdo en la letra de su canción "Réquiem para un cabrón":
Escucha este sonido suena para ti
es el más terrible que encontré
espero que te guste, seguro que sí
es el réquiem para un cabrón.
La he compuesto especialmente para ti
y a la memoria de tu perversidad
un bonito tema, una casualidad
sí se parece a ti, pobre cabrón.
Vuelve otra vez la música a sonar
apréndetela, apréndetela
supongo que no quedará razón para dudar
es el réquiem para un cabrón.
No mires a nadie, busca en tu interior
es el réquiem para un cabrón.
Si quieres aceptarlo a mi me da igual
la volveré a cantar pobre cabrón.
Escucha este sonido suena para ti
es el más terrible que encontré
espero que te guste, seguro que sí
es el réquiem para un cabrón.
La he compuesto especialmente para ti
y a la memoria de tu perversidad
un bonito tema, una casualidad
sí se parece a ti, pobre cabrón.
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