La Iglesia Católica pretende inmiscuirse en asuntos de salud del Estado, desconociendo y omitiendo informes científicos serios.
Por medio de una declaración del día miércoles 9 recién pasado, titulada "Acoger y promover la vida" y elaborada a partir de un análisis de académicos de la Pontificia Universidad Católica, la Conferencia Episcopal reiteró su inquietud por las normas sobre la regulación de la fertilidad del Ministerio de Salud que incluye la entrega de la píldora del día después a mayores de 14 años utilizando el término "totalitarismo" para advertir acerca del riesgo que, a su juicio, tiene este tipo de normas y de prácticas.
Los obispos recordaron "que el don de la vida es sagrado y el respeto por la vida no es debatible, porque el debate no puede ser pretexto para inducir y justificar eventuales ataques a los cimientos de la sociedad". En ese sentido se mostraron contrarios a las políticas del gobierno "por cuanto ellas promueven medidas unilaterales que impiden construir un camino seguro hacia el desarrollo humano integral basado en la promoción de valores".
Según la Iglesia Católica algunas de estas normas atentan contra bienes sociales tan fundamentales como la libertad de los padres sobre la educación de sus hijos. La declaración episcopal puntualiza que, al ser "probable" (destaco el término) que la anticoncepción de emergencia tenga un efecto abortivo, su uso es éticamente inadmisible para quienes respetan la vida humana. Y agrega que, así como ayer la defensa de los derechos humanos exigió el acompañamiento solidario de las víctimas de todo tipo de violencia, hoy exige la defensa del más indefenso.
A partir de la opinión de algunos juristas consultados, el Episcopado estima que las normas afectan el ordenamiento jurídico chileno y se alejan del cumplimiento de los deberes del Estado hacia las personas y las familias. El documento en cuestión pretende evidenciar inconstitucionalidades de fondo, pues vulneraría tres garantías fundamentales: derecho a la vida, derecho a la vida privada y el derecho preferente de los padres de educar a sus hijos.
Asimismo, en su declaración los obispos expresan su decepción y preocupación por las alusiones que –según estiman - contienen determinadas afirmaciones de las normas del Ministerio de Salud acerca de los planteamientos que "algunas religiones" pueden hacer frente a estos temas.
Recordemos que en septiembre del año 2006, en una declaración similar, la Iglesia Católica fue mucho más dura aún, comparando las políticas de salud del gobierno con las medidas que se toman bajo las dictaduras. "El documento normativo recuerda a políticas públicas fijadas en regímenes totalitarios que pretendían desde el Estado regular la vida íntima de las personas en función de criterios autoritarios, no consensuados, y reñidos con el respeto a la dignidad de la persona humana", indicaron los obispos en esa oportunidad generando un amplio debate en torno al rol de la Iglesia en el tema.
Por cierto que - a no ser por las afirmaciones de evidente carácter ofensivo del Episcopado chileno -, ellas serían casi anecdóticas, puesto que los Obispos pretenden imputarle al Gobierno lo que ha sido una práctica permanente de la Iglesia Católica respecto de sus propios fieles, de quienes no se alinean con la doctrina oficial y respecto de minorías étnicas y sociales. Por cierto, nadie puede desconocer el inmenso aporte que la Iglesia Católica chilena hizo durante la dictadura para salvar numerosas vidas y luchar por el respeto de la Derechos Humanos, pero tampoco puede ocultarse el lado obscuro de la Iglesia Universal a la que pertenece, en donde, por ejemplo, Stanislav Wielgus, sucesor del cardenal Glemp en el Arzobispado de Varsovia, fue acusado - y reconocido por él mismo - de haber colaborado con la antigua policía secreta comunista, delatando a sus propios feligreses.
Sin embargo, para no alejarnos del tema central del debate, cabe señalar que la declaración del Episcopado desconoce publicaciones científicas claras y contundentes sobre la materia, en donde se expresa que "un coito único puede producir un embarazo solamente si tiene lugar en el día en que ocurre la ovulación o en los 5 días que la preceden y en cualquiera de estos días la probabilidad de que ocurra un embarazo reconocible clínicamente no supera el 27%. Estos seis días constituyen el período fértil del ciclo menstrual y su distribución asimétrica en torno al día de la ovulación se debe a dos factores. Por una parte los espermatozoides pueden conservar su viabilidad y capacidad fecundante hasta por cinco días en las criptas del cuello uterino. Allí se forma un reservorio que surte continuamente a la trompa de Fallopio de nuevos espermatozoides durante varios días hasta que se produce la ovulación. Por otra parte, el óvulo necesita ser fecundado pocas horas después de la ovulación para generar un zigoto sano que sea viable más allá de la implantación. El 83% de los días del período fértil están antes de la ovulación, y cuando el coito ocurre en alguno de estos días, los espermatozoides tienen que esperar entre 1 y 5 días en el tracto genital de la mujer hasta que ocurra la ovulación. Esta circunstancia ofrece una posibilidad real y concreta de que en la mayoría de los casos el LNG pueda actuar sobre la migración o vitalidad de los espermatozoides o sobre el proceso ovulatorio o sobre ambos y de ese modo prevenir la fecundación".
Agrega que "los pocos datos disponibles sobre migración espermática en la mujer, muestran que ocurre como en el resto de los mamíferos. Después de una fase rápida y breve en la cual los primeros espermatozoides llegan a la trompa pocos minutos después del coito, hay una fase sostenida en la cual los espermatozoides migran en sucesivas cohortes desde el reservorio cervical hacia la trompa en el curso de varios días. Los únicos experimentos que han evaluado la capacidad fecundante de estas dos poblaciones de espermatozoides revelan que sólo los de la fase sostenida tienen la capacidad de fecundar. La fase sostenida mantiene en la trompa una población de espermatozoides con capacidad fecundante hasta que se produzca la ovulación. Los que llegan a la trompa no se quedan en ella ni persisten viables por mucho tiempo. En efecto, algunos pasan a la cavidad peritoneal o bien se adhieren al epitelio de la trompa por algunas horas, proceso en el cual adquieren movilidad hiperactivada, después de lo cual pierden en corto tiempo su vitalidad. Mientras se espera que ocurra la ovulación, la población de espermatozoides que se encuentra en la trompa de Fallopio está en constante renovación gracias a nuevos espermatozoides que llegan desde el reservorio cervical. Por lo tanto, para que la fecundación sea posible se requiere que la migración de nuevos espermatozoides desde el reservorio cervical hacia el sitio de fecundación persista hasta que ocurra la ovulación".
En otras palabras y de manera más simple, el levonorgestrel (LVN) o píldora del día después NO es abortiva.
A todo esto, debemos recordar que la doctrina de la Iglesia Católica sólo vale y es obligatoria para los católicos. Por cierto que hay normas universales, pero ellas no son privativas de esa confesión, pese a su intento por alzarse como tal (católica = universal, o verdadera) y que cada persona es, por principio y por sobre toda consideración, libre de optar por lo que, a su juicio, le es más conveniente y apropiado para su propio bienestar.
Habiendo en Chile musulmanes, judíos, evangélicos, budistas, hindúes, presbiterianos, agnósticos y ateos - entre otros - la declaración del Episcopado chileno, debe entenderse carente de toda universalidad y aplicable sólo al universo de sus fieles - puesto que, por ejemplo, nadie que no sea católico está obligado de ir a misa - y por ello sus afirmaciones acerca del carácter totalitario de las medidas adoptadas por el Gobierno en pro bien común, son de una insolencia que no es posible aceptar.
Los obispos recordaron "que el don de la vida es sagrado y el respeto por la vida no es debatible, porque el debate no puede ser pretexto para inducir y justificar eventuales ataques a los cimientos de la sociedad". En ese sentido se mostraron contrarios a las políticas del gobierno "por cuanto ellas promueven medidas unilaterales que impiden construir un camino seguro hacia el desarrollo humano integral basado en la promoción de valores".
Según la Iglesia Católica algunas de estas normas atentan contra bienes sociales tan fundamentales como la libertad de los padres sobre la educación de sus hijos. La declaración episcopal puntualiza que, al ser "probable" (destaco el término) que la anticoncepción de emergencia tenga un efecto abortivo, su uso es éticamente inadmisible para quienes respetan la vida humana. Y agrega que, así como ayer la defensa de los derechos humanos exigió el acompañamiento solidario de las víctimas de todo tipo de violencia, hoy exige la defensa del más indefenso.
A partir de la opinión de algunos juristas consultados, el Episcopado estima que las normas afectan el ordenamiento jurídico chileno y se alejan del cumplimiento de los deberes del Estado hacia las personas y las familias. El documento en cuestión pretende evidenciar inconstitucionalidades de fondo, pues vulneraría tres garantías fundamentales: derecho a la vida, derecho a la vida privada y el derecho preferente de los padres de educar a sus hijos.
Asimismo, en su declaración los obispos expresan su decepción y preocupación por las alusiones que –según estiman - contienen determinadas afirmaciones de las normas del Ministerio de Salud acerca de los planteamientos que "algunas religiones" pueden hacer frente a estos temas.
Recordemos que en septiembre del año 2006, en una declaración similar, la Iglesia Católica fue mucho más dura aún, comparando las políticas de salud del gobierno con las medidas que se toman bajo las dictaduras. "El documento normativo recuerda a políticas públicas fijadas en regímenes totalitarios que pretendían desde el Estado regular la vida íntima de las personas en función de criterios autoritarios, no consensuados, y reñidos con el respeto a la dignidad de la persona humana", indicaron los obispos en esa oportunidad generando un amplio debate en torno al rol de la Iglesia en el tema.
Por cierto que - a no ser por las afirmaciones de evidente carácter ofensivo del Episcopado chileno -, ellas serían casi anecdóticas, puesto que los Obispos pretenden imputarle al Gobierno lo que ha sido una práctica permanente de la Iglesia Católica respecto de sus propios fieles, de quienes no se alinean con la doctrina oficial y respecto de minorías étnicas y sociales. Por cierto, nadie puede desconocer el inmenso aporte que la Iglesia Católica chilena hizo durante la dictadura para salvar numerosas vidas y luchar por el respeto de la Derechos Humanos, pero tampoco puede ocultarse el lado obscuro de la Iglesia Universal a la que pertenece, en donde, por ejemplo, Stanislav Wielgus, sucesor del cardenal Glemp en el Arzobispado de Varsovia, fue acusado - y reconocido por él mismo - de haber colaborado con la antigua policía secreta comunista, delatando a sus propios feligreses.
Sin embargo, para no alejarnos del tema central del debate, cabe señalar que la declaración del Episcopado desconoce publicaciones científicas claras y contundentes sobre la materia, en donde se expresa que "un coito único puede producir un embarazo solamente si tiene lugar en el día en que ocurre la ovulación o en los 5 días que la preceden y en cualquiera de estos días la probabilidad de que ocurra un embarazo reconocible clínicamente no supera el 27%. Estos seis días constituyen el período fértil del ciclo menstrual y su distribución asimétrica en torno al día de la ovulación se debe a dos factores. Por una parte los espermatozoides pueden conservar su viabilidad y capacidad fecundante hasta por cinco días en las criptas del cuello uterino. Allí se forma un reservorio que surte continuamente a la trompa de Fallopio de nuevos espermatozoides durante varios días hasta que se produce la ovulación. Por otra parte, el óvulo necesita ser fecundado pocas horas después de la ovulación para generar un zigoto sano que sea viable más allá de la implantación. El 83% de los días del período fértil están antes de la ovulación, y cuando el coito ocurre en alguno de estos días, los espermatozoides tienen que esperar entre 1 y 5 días en el tracto genital de la mujer hasta que ocurra la ovulación. Esta circunstancia ofrece una posibilidad real y concreta de que en la mayoría de los casos el LNG pueda actuar sobre la migración o vitalidad de los espermatozoides o sobre el proceso ovulatorio o sobre ambos y de ese modo prevenir la fecundación".
Agrega que "los pocos datos disponibles sobre migración espermática en la mujer, muestran que ocurre como en el resto de los mamíferos. Después de una fase rápida y breve en la cual los primeros espermatozoides llegan a la trompa pocos minutos después del coito, hay una fase sostenida en la cual los espermatozoides migran en sucesivas cohortes desde el reservorio cervical hacia la trompa en el curso de varios días. Los únicos experimentos que han evaluado la capacidad fecundante de estas dos poblaciones de espermatozoides revelan que sólo los de la fase sostenida tienen la capacidad de fecundar. La fase sostenida mantiene en la trompa una población de espermatozoides con capacidad fecundante hasta que se produzca la ovulación. Los que llegan a la trompa no se quedan en ella ni persisten viables por mucho tiempo. En efecto, algunos pasan a la cavidad peritoneal o bien se adhieren al epitelio de la trompa por algunas horas, proceso en el cual adquieren movilidad hiperactivada, después de lo cual pierden en corto tiempo su vitalidad. Mientras se espera que ocurra la ovulación, la población de espermatozoides que se encuentra en la trompa de Fallopio está en constante renovación gracias a nuevos espermatozoides que llegan desde el reservorio cervical. Por lo tanto, para que la fecundación sea posible se requiere que la migración de nuevos espermatozoides desde el reservorio cervical hacia el sitio de fecundación persista hasta que ocurra la ovulación".
En otras palabras y de manera más simple, el levonorgestrel (LVN) o píldora del día después NO es abortiva.
A todo esto, debemos recordar que la doctrina de la Iglesia Católica sólo vale y es obligatoria para los católicos. Por cierto que hay normas universales, pero ellas no son privativas de esa confesión, pese a su intento por alzarse como tal (católica = universal, o verdadera) y que cada persona es, por principio y por sobre toda consideración, libre de optar por lo que, a su juicio, le es más conveniente y apropiado para su propio bienestar.
Habiendo en Chile musulmanes, judíos, evangélicos, budistas, hindúes, presbiterianos, agnósticos y ateos - entre otros - la declaración del Episcopado chileno, debe entenderse carente de toda universalidad y aplicable sólo al universo de sus fieles - puesto que, por ejemplo, nadie que no sea católico está obligado de ir a misa - y por ello sus afirmaciones acerca del carácter totalitario de las medidas adoptadas por el Gobierno en pro bien común, son de una insolencia que no es posible aceptar.
3 Comentarios:
tal como se decía Malfalda, yo también me digo: "entonces todo eso que me enseñaron en la escuela..." :-( yo, tuti fruti
Sólo me gustaría invitarlo a leer el siguiente post: www.atinachile.cl/node/21479
En donde se da un punto de vista diferente y posee todas las citas correspondientes a por qué la pastilla es abortiva.
También lo invito a leer este otro:www.atinachile.cl/node/21596 en donde se cuestiona el tema de la supuesta libertad del ser humano en sociedad. ¡Con alturas de miras Gonzalo! Bienvenidas las posturas diferentes
Y ojo que no es religioso ni católico.
Eso, bien dicho.
¿Quienes se creen los Obispos católicos chilenos para venir a defender las vidas embrionarias asesinadas (al impedir su implantación uterina) por mujeres chilenas , sabiendo que el derecho a la realización personal y a eliminar a quien nos molesta es sagrado?
¿Qué se cree con venir a imponernos el respeto a la vida del que esta por nacer?
Por favor, estamos hablando de miserables embriones sin forma, no se trata esta vez de terroristas de izquierda que tienen ambas manos dispuestas para colocar bombas o matar por sus ideales?
Esas si que son vidas respetables y sagradas.
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